Las Aventuras de Superman

By George Lowther

Capitulo XV

"Investigador especial"

INVESTIGADOR ESPECIAL

LA CARA DE LOWELL reflejaba una mezcla de miedo y preocupa­ción al ver a Kent.

"¡Kent!" exclamó. "¿De dónde viene?"

La mirada de Kent pasó del Viejo que estaba en el suelo a Lowell.

"¿Cómo ha ocurrido esto?", preguntó.

Los labios de Lowell adquirieron un aspecto siniestro.
"¡El sucio espía!", dijo con brusquedad. "Le he estado vigi­lando a él y a esta cabina en las últimas dos semanas. No quería hacer nada hasta que le cogiera con las manos en la masa. Y esta noche lo conseguí. Vine aquí y le sorprendí enviando un mensaje con el aparato de onda corta. Cogió un revolver y me disparó. Gracias al cielo falló, pero yo no. Le acerté al primer disparo.

Kent comprendió lo que debía de haber ocurrido. Cuando Lois gritó, él se fue rápidamente de la cabina para ayudarla, dejando al Viejo en el armario. Esperaba regresar a tiempo, pero varios asuntos le habían tenido ocupado más de lo esperado. De alguna forma el Viejo se había escapado del armario y había co­menzado a enviar otro mensaje al enemigo. Entonces Lowell le sor­prendió.

Todo encajaba perfectamente, todo menos una cosa: ¿Porqué no le había hablado Lowell acerca de sus sospechas sobre el Viejo? Mientras esta pregunta le pasaba por la mente, apareció otra: )Qué había visto mientras nadaba de regreso al muelle con Lois? Había notado algo, pero todavía tenía dificultad para recordarlo y tenía la sensación de que era algo vital.

Lowell estaba hablando.

"Tenemos que llevar a nuestro amigo espía a un médico. Uno de nosotros creo que se tendría que quedar aquí por si comienza a llegar alguna respuesta a los mensajes. ¿Sabe cómo llegar a la oficina del Dr. Carroll?"

"No", dijo Kent.

"Está en Wharf Place, al lado de Main st. No tiene pérdida. Supongo que Vd. llevará allí a este hombre, mientras yo espero aquí por si llega otro mensaje"

Lowell quería deshacerse de él. Kent estaba tan seguro de eso como de que era Superman. ¿Pero cuál era el motivo de Lowell? ¿Estaba relacionado con el enemigo? Imposible, acababa de arrie­sgar su vida para capturar al Viejo ¿Quizás le había sugerido eso, después de todo, sin ninguna intención de deshacerse de él? No, Kent confiaba completamente en sus percepciones superiores y sabía que esta vez no se equivocaba. Lowell quería deshacerse de él. Bien, pretendería seguirle el juego, cualquiera que este fuese. "De acuerdo", dijo, "lo llevaré al médico y regresaré aquí tan rápido como pueda"

"Bien", dijo Lowell, "le estaré esperando"

El Viejo había dejado de gemir y permanecía quieto en el sue­lo, con una mano puesta contra su costado. Una mirada a su páli­da cara fue suficiente para que Kent supiera que cualquier cosa que se debiera hacer para salvar su vida, tenía que hacerla con rapidez.

Cogió al Viejo entre sus brazos, se dirigió a la puerta y se giró de nuevo hacia Lowell.

"Estaré de regreso lo más rápidamente que pueda", dijo, y salió de la cabina.

Una vez en la cubierta, se lanzó al aire y voló con su carga hacia la casa del médico. Wharf Place estaba afortunadamente desierta y aterrizó suavemente en una acera. Fue cuestión de segundos el encontrar la casa del médico. Llamó con urgencia en el timbre.

Un hombre de baja estatura, compacto, con la cara afilada poblada­ por una incipiente barba blanca, abrió la puerta. Unos ojos grises detrás de unas gafas sin montura, miraron fijamente a Kent.

"¿Si?"

"¿Es Vd. el Dr. Carroll?"

"Si, entre"

El médico se percató enseguida de la situación. Sin más pala­bras, condujo a Kent hasta su despacho, donde la ayudó a dejar­ al Viejo sobre una camilla. "A este hombre le han disparado", dijo Kent. "Necesita aten­ción urgente"

"Ayúdeme a quitarle la ropa", dijo el doctor. "No, no se mo­leste en desabrocharle los botones, arránqueselos" Mientras le desvestían, el viejo se quejó y abrió los ojos. Intentó levantarse, pero con suavidad, se lo impidieron. Enton­ces, por primera vez vio a Kent.

"Kent", murmuró débilmente. "¿De dónde ha salido?"

"No hable", dijo Kent. "Tómeselo con calma"

"¡No, no!" De nuevo intentó levantarse de la camilla. Un es­pasmo de dolor se reflejó en su cara y cayó hacia atrás. "Lo­well", jadeó. "¿Dónde está Lowell?"

"No importa eso ahora", dijo Kent.

"Tengo que... Es importante. El convoy..." Se paró para coger aliento inspirando con el pecho. Fue entonces cuando Kent notó algo extraño. La cara del Viejo estaba marcada con arrugas de­bido a la edad y su pelo era mate y gris. Pero por otro lado, su pecho estaba bronceado y era musculoso y con pelo negro.

Incluso Kent estaba sobresaltado. Miró la cara del viejo de cerca, haciendo uso de la penetrante visión de Superman. Y por primera vez se dio cuenta de que el Viejo no era viejo en abso­luto. El pelo mate y gris era una peluca, las cejas falsas y las arrugas de la cara era un maquillaje puesto muy inteligentemen­te.

"¡Espere, doctor!"

Kent se adelantó y le quitó la peluca al Viejo. El médico se sobresaltó. Kent continuó quitándole las cejas postizas y con una toalla le quitó la pintura de la cara. El Viejo no intentó detenerle, sino que permanecía sin protestar en la camilla, res­pirando con dificultad. Cuando desapareció de su cara todo el maquillaje, era un hombre joven el que estaba tendido sobre la camilla, un joven al que Kent conocía muy bien.

"Siento haberle burlado de esta manera, Kent", dijo sonriendo penosamente.

El médico se interpuso. "No sé lo que está pasando aquí", dijo con aspereza, "pero sí sé una cosa. Tengo que curar a este hombre con rapidez"

"¡Espere un momento!"

Era el joven el que hablaba.

"Kent", continuó, "escúcheme. Sé lo que aparenta la situa­ción. Piensa que soy un agente enemigo. Bien, no lo soy. Saque mi cartera de la chaqueta". Kent lo hizo. "Hay un falso fondo que puede levantar. ¿Lo ve?" Kent lo levantó. "Mire esos pape­les"

"Así que es esto", dijo finalmente Kent. "Investigador Espe­cial"

"Eso es", dijo el joven apretando los dientes.

"Entonces qué pasa con Lowell?"

"¡Eso es lo que he estado intentando decirle, eso es lo que es tan urgente!" Empujó al médico de sí. "Escuche y haga esto bien, porque voy a depender de Vd. Hace tres horas, el mayor convoy militar ha sido enviado a través del Atlántico desde Mai­denhead. Cuatro buques de transporte de tropas y seis des­tructores.

"Pero Vd..." Kent empezó y se paró.

"¿Sí? Continúe", dijo el joven.

"Vd. mismo estaba enviando información a un submarino cuando le encontré la primera vez en la cabina del cliper"

"La información que estaba enviando acerca del convoy era falsa. Les estaba dando una falsa pista. Lowell es su hombre. No, no pregunte nada, no hay tiempo para eso. Ahora mismo, si no me equivoco, Lowell está en la cabina usando el transmisor de onda corta. Hay una flotilla de submarinos ahí afuera y a esta hora probablemente hayan conseguido la ubicación del convoy. Pero aún puede haber una oportunidad ¡Tiene que detener a Lowell si es que aún estamos a tiempo!"

Fue un largo discurso para un hombre herido, jadeado más que hablado. Después se tendió sobre la camilla, respirando con di­ficultad. Kent sabía que el hombre de la camilla había dicho la verdad. Era un Investigador Especial, sus papeles lo probaban. Disfraza­do de anciano había descubierto el aparato transmisor de onda corta y lo había usado para enviar a la flota de submarinos en una dirección equivocada. Pero ahora, en este preciso momento, Lowell les estaba dando la correcta. ¡Por lo que sabía, en pocos segundos, los submarinos podían estar lanzando torpedo tras tor­pedo contra los buques de transporte de tropas.

Sabía lo que tenía que hacer. La acción a tomar era clara. Se dio media vuelta y se fue.

"Haré lo que pueda", dijo. "Por cierto, su nombre es Tom Gor­man, ¿verdad?"

El joven sonrió pese al dolor que estaba experimentando.

"¡Por supuesto!", dijo. Y añadió, "Tiene muchas preguntas que hacerme y estaré encantado de responderlas, si salgo de esta. Pero el convoy es lo más importante ahora. ¡Así que adelante!"

Había sinceridad en los ojos de Tom Gorman cuando se encon­traron con los de Clark Kent, sinceridad, fuerza y una fe inamo­vible.

Sin decir nada, Kent se marchó.

Novela de 1942

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