LOIS and CLARK: LA DECISION


By Alejandra M. Jover Tovar


Superman y Lois

Una aventura inédita en la Leyenda del Hombre de Acero


LA DECISION.


Presentamos en esta ocasión una aventura inédita de Superman, ideada y escrita en exclusiva para esta página web, por Alejandra M. Jover Tovar, venezolana afincada en San Juan de Puerto Rico. Inspirada en la conocida serie de TV, ha sabido captar y expresar la psicología profunda y las emociones intimas de dos personajes que son una de las parejas más famosas y eternas de la mitología moderna: Lois y Clark, plenamente integrada en el contexto de la Leyenda del Hombre de Acero.

Adaptada al formato HTML y presentada por Mariano Bayona Estradera.


CAPITULO PRIMERO


Ya era noche cerrada cuando el Hombre de Acero decidió hacer un alto en su ronda por la ciudad para reflexionar un poco. Desde hacía días que no se sentía igual que antes, percibía un vacío insoportable en su vida y eso lo deprimía. Hasta Lois había notado el cambio, porque había dejado de lado su indiferencia habitual hacia él para preguntarle si tenía algún problema. Y sí lo tenía: estaba agotado de tener que fingir, de tener que ocultarse por temor que lo descubriesen, de vivir con la angustiosa sensación de que sus seres queridos estaban constantemente en peligro por su relación con él. Estaba cansado de no poder llevar una vida normal, de no poder amar sin temores, de tener que parecer cobarde o pusilánime ante una situación de peligro como Clark Kent, sólo para poder escapar y resolver el conflicto como Superman, sin tener luego una excusa para justificar sus constantes desapariciones. Se le habían agotado desde hacía tiempo las excusas, así como la paciencia y hasta el buen humor que lo caracterizaba. Simplemente sentía que ya no podía continuar así.

Había hablado la noche anterior con sus padres, y Martha trató de hacerle razonar recordándole que no era la primera vez que se sentía así y siempre había logrado vencer a sus demonios internos sin mayores consecuencias. Pero esta vez no sería tan fácil. Vivía auto-engañándose, tratando de convencerse a sí mismo que todo se arreglaría, pero de tanto negarse a la verdad el problema había tomado proporciones monstruosas y ya era imposible de ignorar. Antes había logrado conjugar a la perfección su papel de reportero de un prestigioso periódico como lo era el "Daily Planet", con el del superhombre que podía resolver los problemas de los demás con facilidad pasmosa, pero lo irónico era que no podía resolver los propios.

Perry White, el director del periódico, al verlo tan decaído le sugirió que se tomase unas vacaciones pensando que su estado anímico se debía al cansancio de una carrera tan exigente como el periodismo, y aprovechando el hecho de que habían sido contratados nuevos reporteros y habría que darles una oportunidad para que probaran que estaban a la altura del mejor rotativo del mundo. Pero Clark sabía que irse de vacaciones era perder oportunidades de obtener grandes historias, y además no podía dejar a Lois a la deriva, porque desde que se habían convertido en un equipo dependían el uno del otro. Profesionalmente hablando, claro está (y la perspicaz reportera así se lo había dejado muy en claro desde el minuto en el que se conocieron). Las tres reglas básicas de supervivencia de Lois eran: no envolverse emocionalmente con las historias, mantener su vida personal separada de la profesional y nunca, pero nunca, tener sexo con ningún compañero de trabajo. Había hecho especial hincapié en la última de ellas cuando le leyó la cartilla para prevenir futuros errores y malentendidos. Pero Clark sabía de sobra que ella había roto todas y cada una de sus reglas... y que no se arrepentía por ello.

Lo que más le enojaba de toda la situación entre Lois y él era el ver que ella lo consideraba un bueno para nada y que no tenía ni la iniciativa ni el carácter que se necesitaba para ser un buen reportero. El hecho de haber nacido en un ambiente humilde y haberse criado entre las faenas del campo lo habían convertido en el hombre que era, pero para Lois no era más que un campesino ignorante con la suerte suficiente para trabajar a su lado, lo que ella consideraba un privilegio. Fueron muchas las veces en las que Clark deseó poder demostrarle lo mucho que se había esforzado para llegar hasta donde estaba, y así poder ser merecedor de su respeto... y de su afecto. Sí, se había enamorado de ella, a pesar de lo que se había empeñado por evitarlo, y había caído irremediablemente en el confuso torbellino que para él representaba el amarla sin límite y no sentirse correspondido. Aunque esto último no era del todo cierto, porque desde el minuto en el que Superman había aparecido en Metropolis, Lois había quedado absolutamente prendada de él, de su fuerza y su nobleza. Y una de las cosas que peor le hacía sentir era el ver que Lois idolatraba y amaba apasionadamente a Superman, y veía a Clark con indiferencia. ¡Cuántas veces deseó poder gritarle que ambos se trataban de la misma persona! Pero sólo lograría que ella se sintiera confundida, herida y hasta traicionada por haberle mentido. Ella, que siempre le estaba mintiendo para que él no le tomara la delantera y poder conseguir una gran historia y un nuevo premio, por supuesto.

Lois Lane, altiva y orgullosa, no quería aceptar que tenerlo como compañero de trabajo y de equipo significaba tener que ceder para hacer entre los dos un buen trabajo. Ella simplemente lo utilizaba como un peldaño y luego tomaba todo el crédito. Y para él, profesionalmente, significaba perder una buena oportunidad de ganar reconocimiento, y personalmente le hería que ella despreciara su afecto (del cual estaba plenamente consciente, porque él ya se lo había demostrado, no con palabras, sino con detalles y miradas que lo delataban irremisiblemente), se aprovechara de él y lo menospreciara por su condición humilde. Y ésas eran cosas que ya no estaba dispuesto a seguir tolerando.

Todo esto lo pensaba con la mirada apagada y el rostro sombrío. Decidió que ya era hora de ponerle un alto a aquella situación, y ya sabía exactamente por dónde empezar.

Se dirigió directamente a su casa, y luego de una rápida ducha se sentó frente a su computadora y con expresión espartana escribió su renuncia. Acallaba las protestas de su conciencia y de su corazón y trataba de no pensar en lo que iba a dejar atrás. Pero sabía que no podría enfrentarse directamente a Perry y que no tendría respuestas para las innumerables preguntas que se generarían a raíz de su repentina decisión. ¿Por qué Clark Kent, uno de los reporteros más respetados y mejor pagados de América, completamente dedicado a su trabajo, decidía de la noche a la mañana dejar el empleo por razones desconocidas? Sabía que no podría decirle a nadie los verdaderos motivos de su renuncia, y por ello decidió hacerlo de la forma más cómoda (y la más cobarde, como él mismo reconocía): por correo. Luego de sellar el sobre, franquearlo y depositarlo en un buzón cercano, volvió al apartamento y se reclinó en su sillón favorito para meditar detenidamente en lo que acababa de hacer. Por un instante recordó las palabras de su madre... pero luego se dio cuenta de que estaba sintiendo lástima por sí mismo y no era lo que se proponía . Ya había tomado una decisión... y no había marcha atrás.

El segundo paso era destruir todo lo que lo encadenaba de una manera u otra a aquella vida que tanto le desesperaba. Por ello, abrió la puerta secreta de su armario, sacó su traje, capa y botas y envolviéndolos en un hatado se dirigió a la terraza de su apartamento. Y allí, luego de ponerlos en el suelo, usó su visión calorífica y los redujo en segundos a un montón de cenizas. La "S" del traje se negaba a morir, pero al final las llamas la vencieron. Brillando con un último destello agónico, se consumió finalmente.

Visiblemente afectado, observó cómo el viento se llevaba las cenizas de una leyenda que tal vez nunca debió existir. El mundo existía mucho antes de que él decidiera a hacer su aparición, y la gente tenía que resolver sus propios problemas. Pero desde el momento en el que decidió usar sus poderes para el bien de la humanidad, las cosas habían cambiado drásticamente. Era cierto que había salvado muchas vidas y evitado muchos accidentes... pero en definitiva de alguna manera los momentos amargos son parte de la vida diaria, y al resolverlos volvió al mundo dependiente de su capacidad de actuar en el momento preciso. Y precisamente por ello sentía que algo moría dentro de él cuando llegaba un minuto tarde y no podía salvar una vida... una vida que había confiado en él ciegamente. Era una inmensa responsabilidad que antes había llevado con gusto y paciencia, pero ahora la carga le era excesiva.

Era cierto que existían profesiones en las que el riesgo era parte del trabajo, pero eran personas que, al final del día, podían llegar a sus casas, junto a sus familias, y olvidarse de los problemas y peligros hasta que llegara el momento de trabajar otra vez. Pero para él no había descanso. Después de cumplir con sus obligaciones profesionales en el periódico, en vez de volver tranquilamente a casa tenía que asumir su otra personalidad para resolver problemas mucho mayores. Y a veces hasta tenía que interrumpir su trabajo de reportero para escapar con una mentira absurda, porque oía a alguien pedir ayuda u ocurría un desastre en algún rincón remoto del planeta. Claro que nadie le obligó a asumir esa doble vida, había sido una decisión personal (y noble, como sus padres le hacían notar con orgullo), pero la determinación de llevar dos vidas distintas se vio influenciada por el miedo. Muchas veces su padre le dijo: " Si le dices al mundo quién eres en realidad y lo que puedes hacer, te estarás arriesgando a que te apresen y te lleven a un laboratorio para estudiarte, y cuando terminen contigo ya no serás ni la sombra de lo que fuiste... y no sé si tu madre o yo podamos resistir eso, muchacho". Por supuesto, su padre tenía toda la razón.

¿No había sucedido ya antes con otros habitantes de otros planetas que habían llegado a la Tierra y habían sido encontrados por los humanos , siendo llevados a laboratorios y diseccionados como sapos? Claro que el gobierno negaba que todo aquello estuviese sucediendo y que los extraterrestres tuviesen que ver algo con sus continuas y misteriosas investigaciones, pero él era la prueba viviente de que sí habían seres de otros mundos en la Tierra y que convivían con los humanos. El se sentía humano, pero no lo era, evidentemente. Tal vez todos sus problemas radicaran en ése hecho... tal vez por ello nunca había logrado encajar completamente.

¿ Pero dónde estaba la respuesta, entonces? ¿ Acaso el dejar de ser Clark Kent y Superman le quitaría todas las angustias del corazón? ¿ Quién sería entonces?

Kal-El. Un pequeño niño kriptoniano que logró escapar de su mundo antes de que estallara. Llegado a la Tierra y criado por una pareja terrícola, que lo recibieron como una bendición porque no podían tener hijos. Que lo protegieron contra un mundo que con seguridad sería hostil de saber su secreto. Que hubiesen dado la vida por él. ¿Comprenderían ellos que si los dejaba para siempre era por su propio bien? Porque en aquel apartamento, ya en su cama pero sin conciliar el sueño, había decidido dejarlos. Dejar al mundo, en realidad. Consideró que, siendo un extraterrestre, sobreviviría fuera de la Tierra sin problemas. No necesitaba ni comer ni beber (si antes lo había hecho era por puro placer). No era un niño indefenso, sino un hombre que sabría desenvolverse solo. Y por lógica, en un Universo infinito, tenían que existir otras civilizaciones. Muchas de ellas parecidas a la Tierra. (Kripton, de hecho, había tenido una sociedad muy semejante a la terrestre, según lo que su padre biológico, Jor-El, le había descrito en sus visiones cuando era muy joven y se le había aparecido para explicarle la verdad de sus poderes y de su pasado...). Pero de pronto, en medio de la niebla del sueño que ya había empezado a apoderarse de él, recordó el detalle de su invulnerabilidad. El Sol era el responsable. Jor-El le había explicado que en Kripton había un sol rojo, que no influía para nada en los kriptonianos y, por ello, ninguno demostraba las habilidades que él poseía en la Tierra. Al parecer, era el sol amarillo del Sistema Solar el que le afectaba y le permitía hacer cosas fuera de lo común. ¿Tendría las mismas habilidades en otro mundo, o sería vulnerable, capaz de morir y de sufrir físicamente? ¿ Se enfermaría? Casi deseó que así fuera. Sentir verdaderamente. ¡ Era como un sueño!. Un sueño. ¿ Estaría soñando? ¿Acaso se estaba arrepintiendo...?


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