En medio del ambiente del mundo en general por el
gran reclamo popular por la democracia, cuando veo
un episodio de la teleserie americana "Lois and
Clark: The New Adventures of Superman" me quedo
algo desilusionado.
Se trata de un episodio algo "pasado" (quiero
decir repetido), que consta de tres partes. Para
entonces, Lois ya conoce la identidad secreta de
Superman, Clark Kent ya se le ha declarado a Lois,
Lex Luthor ya ha muerto y Superman ya conoce todo
lo referente a sus orígenes.
Pero vamos al episodio en sí. Superman descubre
que él no es el Ultimo Hijo de Kripton, pues hay
otros kriptonianos que escaparon a la destrucción
de su planeta natal y que han llegado a la Tierra,
buscándolo.
Estos supervivientes han creado un nuevo mundo, el
Nuevo Krypton. Pero solo puede gobernarlos un
"noble" perteneciente a la «Casa El». El único que
queda es el hijo del difunto Jor-El: Kal-El (o sea
Superman).
Tras eludir los atentados de un conspirador
kriptoniano que pretendía su "trono", Superman
deja la Tierra y vuela a la nave-embajada del
Nuevo Krypton, donde usará vestiduras "reales" y
será reverenciado por todos (con inclinación
incluida) como Lord Kal-El, el soberano del Nuevo
Krypton. También conoce a su futura consorte, hija
de la nobleza, con quien deberá reinar (además de
un harén de concubinas para su uso personal).
El conspirador kryptoniano (de sangre noble) toma,
con su pequeño ejército, la Tierra y propone
intercambiar la libertad de ese mundo por el trono
del Nuevo Krypton. Kal-El no acepta dejar a sus
congéneres bajo el reinado de un ambicioso tirano,
pero tampoco desea ver esclavizado a su planeta
adoptivo.
La solución está en un duelo a muerte, privilegio
de los kriptonianos de "sangre noble". Ambos
adversarios se baten en la Tierra (justo en frente
del "Daily Planet"). Al final, la victoria será
del Hombre de Acero.
Superman decide que su verdadero hogar está
acá, en la Tierra y hace arreglos para dejar el
reinado de Nuevo Krypton en buenas manos. El
Hombre de Acero vuelve a ser miembro de este
mundo, mientras que reaparece Clark Kent, cuya
repentina ausencia a nadie, al parecer, había
extrañado.
Esta historia tiene un solo punto en contra,
según mi forma de ver.
Desde que comenzó a mencionarse el mundo natal de
Superman como "planeta Krypton" (en el Action
Comics Nș 1 de 1938 solo era "un planeta
distante"), éste siempre ha sido una civilización
más avanzada que la de la Tierra. Y no solo en
tecnología sino también en forma de gobierno.
En la novela "Las Aventuras de Superman" (The
Adventures of Superman, 1942) de George Lowther,
Krypton era un mundo regido por el Consejo de los
Cien, que gobernaba el planeta desde el gran
Templo de la Sabiduría. El líder supremo del
Consejo era el anciano Ro-Zan.
En los primeros episodios de las series radiales y
las seriales de los años cincuenta se siguió ese
modelo para recrear el extinto mundo natal de Kal-
El. Y, en la película "Superman: The Movie"
(1978), reaparece el Consejo que gobierna Krypton
aunque no se dice si es "de los Cien", ni se
nombra al "Templo de la Sabiduría" como tal, ni se
da el nombre del líder supremo del Consejo (de
hecho, ni siquiera se sabe si él es el líder o un
miembro más del Consejo que habla en nombre de
todos).
Como se nota, Kryton siempre fue mostrado como un
planeta de gobierno democrático, donde no hay el
menor asomo de monarquía ni de absolutismo. Jamás
vemos ni gentes "sangre azul" ni,
mucho menos, nadie se inclina para saludar a un
"soberano", ni hay matrimonios arraglados o
"nobles" con un harén de concubinas a su
disposición...
Y esto era muy lógico, pues un mundo regido por un
sistema de gobierno monárquico absolutista estaría
condenado a nunca progresar. Donde se explota a
los trabajadores y se aferran anticuadas doctrinas
imperialistas que perpetúan las diferencias
económicas económicas y sociales, nunca habrá
lugar para que surja una moderna civilización.
Pues bien, es esa misma clase de dictadura la que
vemos en el Nuevo Krypton (obviamente réplica del
planeta Krypton que estalló), contradiciendo la
visión de sociedad utópica que siempre habíamos
visto en los cómics y en la pantalla.
El Nuevo Krypton tiene naves espaciales y otros
adelantos tecnológicos pero, paradógicamente, la
gente aún se inclina ante un noble "de sangre
real". Sus ciudadanos corrientes son más cultos
que cualquier sabio de la Tierra, pero aceptan el
ser gobernados por una autocracia complaciente, en
la cual la clase trabajadora lleva la peor parte.
Si fuera un pueblo tan adelantado, hace mucho que
debió comprender que el llevar un alto título de
noble soberano no es la base de NINGUN sistema de
gobierno, sino que el supremo poder ejecutivo se
deriva del mandato de las masas (y no de una
ridícula "ceremonia de coronación").
Espero que no te lo tomes como algo personal,
Mariano, pues se que en España siempre ha regido
el sistema monárquico (excepto en los felices años
de la República, 1931-1936). Pero siempre ha sido
una monarquía constitucional (el rey solo es un
adorno sin poder alguno). La del Nuevo Krypton
era, en cambio, una MONARQUIA ABSOLUTISTA.
Y eso fue lo que me dejó un poco decepcionado.
Ahora que se clama por más democracia
y libertad (o, como diría Superman, "por la verdad
y la justicia"), me chocó ver esta nueva y
absurda versión de la sociedad que rigió al
planeta Krypton.
El ver al Nuevo Krypton como una super
civilización con un sistema de gobierno medieval
me pareció mas inverosímil que ver una nave
espacial volando a la velocidad de la luz.