Las Aventuras de Superman

By George Lowther

Capitulo XI

"Intento de asesinato"

INTENTO DE ASESINATO

LOS ASTILLEROS bullían de actividad como una colmena. Había hombres dando martillazos, serrando, taladrando. Las máquinas lanzaban al aire pernos de metal al rojo vivo que eran cogidos y remachados en las marcas del casco de los barcos de acero. Los pescantes de las grúas se balanceaban peligrosamente en el aire llevando pesadas vigas, superestructuras y poderosas maquinarias que pesaban toneladas. Los vagones de transporte se movían en todas las direcciones, llevando tablas de madera y barras de acero y aluminio. Aquí y allá, los hombres se movían como un enjambre de abejas alrededor de brillantes barcos torpederos en sus últimas fases de construcción. ¡Había actividad por doquier, una febril e incesante actividad!

Kent no fue a ver al Sr. Lowell directamente. Prefirió ir paseando ociosamente, mirando cómo trabajaban los hombres, sin perder de vista las pruebas que estaba buscando. De esa forma se encontró con que estaba desarrollando una visión de las cosas propia de un reportero ya que incluso la escena de actividad que estaba viendo a su alrededor, intentaba ponerla en palabras escritas que pudieran ser incluidas en su próxima noticia para el Daily Planet. Eso le recordó que estaba esperando noticias de Perry acerca de su primera historia, algo que le indicara su opinión y que debía ir a la oficina de Telégrafos antes de que cerrara esa noche.

Moviéndose despacio entre el bullicioso ambiente que le rodeaba, llegó finalmente al embarcadero en el que habían ocurrido tantas cosas extrañas la noche anterior. Se percató de que el muelle no era muy usado y estaba bastante apartado del trabajo que se desarrollaba en los astilleros, con una estructura vieja que necesitaba ser reparada. Con las manos en los bolsillos, se paseaba por el muelle, deseando no ser notado por los hombres que trabajaban cerca de ahí. Quería examinar el embarcadero detenidamente y si era posible, encontrar una prueba que le condujera a la solución del misterio del Buque Fantasma.

El barco había sido amarrado al final del embarcadero, tal como lo recordaba y fue allí donde lo vio por primera vez. Una vez alcanzado el lugar, se detuvo y pensó qué es lo que iba a hacer. Si tuviera una ligera idea de lo que había tras el Buque Fantasma, podría actuar en consecuencia, siguiendo una línea concreta de investigación. Sin embargo, la aparición fantasmagórica del Nancy M., era un completo rompecabezas que no ofrecía la más vaga de las soluciones. Dándole vueltas en la cabeza lo más que pudo, no encontró ninguna solución que tuviera sentido.

Reflexionando, se asomó al canal, mirando distraído el ir y venir del agua que reflejaba el color grisáceo del cielo, como si esperara encontrar allí la solución que estaba buscando. A excepción de un gran barco de vela que tenía el ancla echada a medio camino entre las dos costas, las aguas del canal estaban decepcionantemente solitarias y no le daban ninguna respuesta a las muchas preguntas que llenaban su cabeza.

Examinó de cerca el embarcadero y cuanto más fracasaban sus esfuerzos para encontrar alguna señal que le pusiera en el camino correcto, más fantásticos e increibles parecían los incidentes de la noche anterior. ¿Había sido allí realmente donde había visto amarrado al Nacy M. con su tripulación de esqueletos que le miraban desde la barandilla? ¿Caminó realmente el fantasma del Capitán Murdock entre la niebla, dirigiéndose hacia él? ¿Ocurrió todo esto en realidad? ¿O fue, como se sentía inclinado a creer, una pesadilla, una extraña desvirtuación de la realidad, producida por su imaginación?

¡No!, se dijo a sí mismo, esas cosas habían ocurrido y lo mismo que debía de haber una explicación sencilla para la desaparición del Viejo en la tienda de artículos marinos, también la habría para el misterioso Buque Fantasma. Lo único que tenía que encontrar era la clave correcta, la prueba adecuada.

Se dio la vuelta y vio que se dirigía hacia él, la robusta figura de pelo canoso de John Lowell. Avanzando al mismo paso que Lowell había un hombre corpulento que le daba a uno la impresión de que estuviera rociado de la cintura a la cabeza con pintura roja. Pelirrojo y con una cara ancha y rojiza, llevaba una brillante camiseta roja abierta por el cuello que revelaba una gruesa y colorada garganta.

"¡Hola!", saludó Lowell mientras se acercaba a donde estaba Kent. "¿Ha habido suerte?"

"Me temo que no", replicó Kent. Miró, examinando al compañero de Lowell, dudando de decir demasiadas cosas delante de un extraño. Lowell se dio cuenta.

"No se preocupe por Slade", dijo. "Red es mi mano derecha aquí en los astilleros"

Kent asintió con una sonrisa de compromiso.

"Me imagino que le han apodado Red", dijo. "Pero creo que el Sr. Lowell le ha llamado por su nombre".

NOTA: Red es rojo en inglés y como Red va vestido de rojo y tiene la piel del mismo color, de ahí lo del apodo.

"Si, encantado de conocerle", dijo Red.

"Puede hablar con libertad, Kent", dijo John Lowell. "No tengo secretos con Red. ¿Ha descubierto algo?"

Kent negó con la cabeza. "Ni una sola cosa" dijo, "Osea, nada que valga la pena". estaba a punto de mencionar la teoría de la relación entre el ama de llaves Anna y Tom Gorman, pero se lo pensó mejor. La información no le haría ningún bien a Lowell en este momento y se la quedó para sí mismo.

John Lowell parecía preocupado. "Me gustaría llegar al fondo de esto rápidamente", dijo. "Mire simplemente a su alrededor, Kent, verá la alarma que esto está creando en mis hombres, incluso en aquellos que trabajan de día"

Kent mostró su sorpresa. "No he notado nada raro"

Lowell sonrió macábramente.

"Lo sé", dijo. "Quizás le parezca que hay bastante actividad. Eso es porque no ha visto como era antes, no ha visto a mis hombres trabajando realmente. Red puede decirle cuantos hombres están cayendo, se están derrumbando, retrasándose, cometiendo más y más errores. ¡Y todo porque están nerviosos, Kent, tienen miedo a la muerte!"

Contempló un momento la escena sin decir nada. Después añadió: "Todo lo que se necesita es un accidente, un sólo accidente y estos hombres dejarán sus herramientas y se irán"

"Deje de preocuparse por los accidentes, Sr. Lowell", dijo Slade. "No va a haber ninguno, no se preocupe por eso"

John Lowell negó con la cabeza lentamente. "Me gustaría estar seguro de eso como tú pareces estar, Red.", dijo, "pero últimamente han ocurrido por aquí muchas cosas raras para que me sienta seguro. Tengo una sensación interna, no sé, un sentimiento de que puede ocurrir algo en cualquier momento. Hay algo que no está bien. Los hombres no trabajan correctamente. Ellos... ¡Mira, allí!". Señaló una pesada grúa que llevaba el casco de un barco torpedero. Balanceándose lentamente había una enorme máquina que parecía pesar toneladas. Un hombre estaba debajo de la máquina, dirigiéndola a su lugar con una cuerda que le servía de guía. "Cuidado", repitió Lowell. "¡La mente de ese hombre no está en lo que debe o se habría colocado a un lado y no debajo de la máquina!"

"¡Cielos, tiene razón Sr. Lowell!", gritó Red. "¡Eso es una violación de las reglas establecidas. Me voy a encargar de eso!"

Se fue corriendo para hablar con el trabajador. Kent y Lowell le siguieron lentamente. A la mitad del patio donde trabajaban pasaron por el costado del casco de un viejo cliper amarrado en un muelle abandonado. Kent vio algo que le llamó la atención. Estuvo a punto de comentarlo con Lowell pero no se decidió, sintió instintivamente que no debía llamar la atención sobre una clave hasta no haberla comprobado. De repente, empezó a buscar en sus bolsillos.

"¿Ha perdido algo?", preguntó Lowell.

"Sí", dijo Kent. "Se me ha debido caer la funda de las gafas y no entiendo cómo me ha podido ocurrir. Voy a retroceder para buscarla"

"Le esperaré aquí", dijo Lowell.

Eso era exactamente lo que Kent quería que hiciera, ya que deseaba examinar el viejo cliper él sólo. Empezó a retroceder y se detuvo enseguida ante un grito terrorífico que helaba la sangre. Se dio media vuelta y se dio cuenta de la situación con la velocidad del rayo.

Red Slade, el capataz, se estaba aproximando al hombre que estaba trabajando bajo la enorme máquina, guiándola hacia su destino. Había empezado a darle el alto por inflingir las reglas, cuando ocurrió. En el momento en que Kent se dio la vuelta, vio la grúa de acero bajar a la mitad de su altura y la gran máquina en dirección hacia el trabajador que había debajo.

JOE SHUSTER DRAWING FOR GEORGE LOWTHER'S THE ADVENTURES OF SUPERMAN

No había tiempo para pensar, se necesitaba pasar a la acción inmediatamente. Kent se dio cuenta de que afortunadamente, Lowell le daba la espalda y más rápido que un avión de guerra cayendo en picado, saltó ganando velocidad con el impulso, estrellándose contra la poderosa máquina. Sintió los músculos de acero de sus hombros hundirse en el metal y vio la máquina lanzada a las profundas aguas del canal y, con una asombrosa sangre fria, continuó hasta situarse fuera de la vista de la gente, detrás de una tienda de maquinaria que había por allí.

Una sirena de emergencia sonó en un inútil intento de advertir del peligro; los trabajadores gritaban presos del pánico y la sirena de una ambulancia se oyó a lo lejos. El astillero se había convertido en una casa de locos. Y silenciosamente, en medio de tal alboroto, Clark Kent, con sus gafas y aspecto tímido, salió de la parte de atrás de la tienda de maquinaria y se reunió con la multitud.

Abriéndose paso entre el gentío hacia el lugar donde estaban Red Slade y el trabajador, afinó sus oidos que recogieron una frase aquí, un comentario allá.

"... ¡Era un fantasma!"

"¡Lo vi con mis propios ojos!"

"... como un rayo de luz. ¡No me preguntes de donde salió!"

"¡Hizo caer la máquina justo en el canal!"

"¡Te lo digo, este astillero está embrujado!"

Cuando llegó al lado de los dos hombres que se habían salvado de una muerte segura, John Lowell ya estaba allí.

"¡Kent!" gritó Lowell al verle. "¡Está Vd. aquí! ¡Cielos! ¿Lo vio? ¡Lo más asombroso, lo más milagroso!". Se paró pues le faltaban las palabras.

El temor de Kent de que alguien se hubiera percatado de su participación en el asunto, se redujo al darse cuenta de que, aparentemente, nadie se había dado cuenta de lo que relamente había ocurrido. Un personaje que se movía tan rápidamente que no era sino un relámpago de luz, había sido visto lanzando la máquina al canal. Eso era todo. Nadie tenía la menor idea de quién era ese personaje, de donde había venido o a dónde había ido.

Red Slade y el trabajador estaban visiblemente conmocionados por la experiencia que acababan de pasar.

"Nunca había visto nada como esto", dijo impulsivamente el capataz. "¡Había una máquina cayendo justo encima de nosotros y después algo la golpeó sobre nuestras cabezas y nos salvó!"

"Tuviste suerte, Red", gritó alguien.

"¿Suerte?" Red examinó a la multitud de hombres que había a su alrededor mirándole y había un extraño brillo en sus ojos. "¿Suerte? ¿Quién ha dicho eso? ¿Qué era lo que pasó sobre mi cabeza como un rayo? Sí, Sí, salvó nuestras vidas pero, ¿qué era? ¡Era un fantasma, eso es lo que era! ¡Este astillero está embrujado!"

"Tranquilo Red...." protestó John Lowell.

"¡No, tranquilícese Vd.!" contestó el capataz. "¡Lo siento Sr. Lowell, pero ya estoy harto. He trabajado aquí durante catorce años, pero ya no aguanto más! ¡Buques Fantasmas que aparecen por la noche, fantasmas que caminan ente la niebla por los muelles y ahora esto! ¡Se ha terminado, Sr. Lowell, terminado!"

"¡Espera un momento, Red!" Lowell le sujetó un brazo. "¡No me puedes hacer esto! Estos hombres se fijan en ti a la hora de tomar decisiones. Si te vas ahora, ellos se irán contigo!"

"No puedo hacer nada", replicó Red. "No arriesgo mi cuello por nadie en un astillero embrujado!"

John Lowell estaba perdiendo la calma con rapidez y llegó a ser claro para Kent, que los sucesos de las últimas semanas estaban empezando a afectar al propietario del astillero. Red Slade se liberó de la mano de Lowell y éste le sujetó de nuevo.

"¡Escúchame, Red. No lo voy a permitir! ¡Esto es más que un simple empleo. No estás trabajando para mí, estás trabajando para tu país! ¡No es un asunto de lealtad, es un asunto de patriotismo!"

De nuevo Slade se deshizo de la mano de Lowell.

"Creo que puedo ser igual de patriota en cualquier otro astillero. ¡Le he dicho que esto se ha terminado y se ha terminado!"

Dando la espalda a Lowell, se marchó. Con gran murmullo, los hombres empezaron a seguirle, primero de uno en uno, luego por grupos. Lowell, viendo que se dirigían hacia la puerta de salida, no dijo nada, pero había un riptus de amargura en su boca, una amargura mucho más expresiva que si hubiera pronunciado cualquier palabra.

"¡Parece", dijo Kent distraidamente, "que he estropeado las cosas!

John Lowell le miró sorprendido.

"No veo que tiene que ver todo esto con Vd. ¿Qué quiere decir Kent?"

Kent se dio cuenta demasiado tarde, que se había olvidado de él mismo, al punto de revelar que él era la aparición fantasmagórica de la que hablaban los hombres. Rápidamente pensó en una posible explicación.

"¿Y bien?", le inquirió Lowell con la mirada. "¿Qué ha querido decir?"

"Bueno, simplemente que estoy trabajando para Vd. como investigador privado y también como reportero para el Daily Planet, y me parece que tenía que haber resuelto este misterio antes de llegar a esto. Todo esto se hubiera podido evitar si yo lo hubiera descubierto"

La cara de Lowell se relajó. "Ha participado en esto con demasiada seriedad. No tiene que sentirse culpable por nada de lo que ha pasado aquí, no más de lo que me sienta yo. ¿Sabe?", continuó, "No puedo culpar a Red ni a los otros por marcharse. ¿Qué era esa cosa que atravesó el aire como un relámpago y que tiró la máquina al canal?" Kent no contestó y Lowell después de un momento de silencio, dijo finalmente: "¡Kent, me he decidido. Ya sé exactamente lo que voy a hacer!"

"¿El qué?"

"Voy a llamar al FBI. ¡Tenía que haberlo hecho mucho antes!"

Satisfecho por su nueva resolución, John Lowell no perdió el tiempo, dejando sólo a Kent para que siguiera con su investigación.

Tampoco Kent perdió el tiempo. Se fue enseguida hacia el lugar donde se había roto la guía de acero dejando caer la máquina al suelo. Sus sospechas se confirmaron en pocos momentos. La grúa había sido saboteada, las marcas mostraban con claridad el lugar donde alguien había serrado parcialmente la zona, debilitándola para que el peso de la máquina hiciera el resto.

Satisfecho de haber descubierto que la casi tragedia no había sido un accidente, Kent se fue al muelle abandonado para investigar la prueba que había descubierto poco tiempo antes. Sus ojos vieron y descubrieron las señales que estaba buscando. Trazas de arañazos recientes en la cubierta donde, obviamente, una pasarela de desembarco se había apoyado y creado desperfectos.

¿Quién, se preguntó Kent a sí mismo, querría abordar el viejo cliper y porqué?"

Un ligero salto le condujo a la cubierta y enseguida bajó por la escaléra de cámara que le llevó al interior del antiguo barco. Mientras descendía por la escalera, empezó a sentir un hormigueo, la misma sensación que había tenido la noche anterior, el presentimiento de que algo iba a ocurrir. Al final de la escalera, una puerta le cerraba el paso. Intentó abrirla pero estaba cerrada.

"Extraño", dijo en voz alta, preguntándose quién habría cerrado esa puerta y porqué. Podría haberla forzado facilmente pero decidió que era mejor no hacerlo, no quería dejar detrás de él señales de su visita. Cualquier cosa que hubiera detrás de la puerta, pensó que no sería útil sin la persona que la hubiera puesto allí. Decidió no hacer nada en ese momento, pero también pensó que por la noche, encubierto por la oscuridad, abordaría de nuevo el barco. Deshaciendo lo andado, llegó hasta el muelle y pronto se halló de camino a la ciudad, a la estación de ferrocarril. Recordó que la oficina de telégrafos se cerraba a las ocho y faltaba poco para esa hora. Aceleró el paso no queriendo perderse ningún mensaje de White, en caso de que hubiera llegado alguno.

Había un mensaje, pero no de la clase que Clark esperaba. Lo leyó varias veces para asegurarse que no interpretaba mal su significado. Decía así:

TU HISTORIA ES BUENA STOP LAS COSAS PARECEN EN VIAS DE DESARROLLO STOP NO PUEDO DEJARTE SOLO STOP TE ENVIO UN REPORTERO CON EXPERIENCIA PARA QUE CUBRA LA NOTICIA CONTIGO.

Kent sonrió irónicamente. No podía echar la culpa a Perry White, aunque tener a otro reportero con él sería definitivamente un estorbo. Bueno, tendría que aceptarlo de buen grado ya que después de todo no podía hacer nada al respecto.

Dio las gracias al telegrafista, se metió el telegrama en el bolsillo y se dirigió hacia la puerta. Al hacer esto, se oyó repentinamente el sonido del traqueteo de un tren que velozmente se dirigía hacia el norte.

Kent se apoyó en la puerta y miró como el largo tren, lleno de soldados, pasaba rápidamente por la estación y se perdía en la lejanía. Permaneció allí parado, mirando las vías un buen rato después de que el tren hubiera desaparecido. El paso del tren con la imagen de las tropas mirando fijamente por las ventanas, le produjo una sensación de alarma, de desastre inminente. No podía decir exactamente qué ocurría, no podía precisarlo, pero la sensación estaba allí y le molestaba.

Capítulo XII

Novela de 1942


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