Las Aventuras de Superman

By George Lowther

Capitulo XII

"Aparece Lois Lane"

LOIS LANE APARECE

LA NIEBLA, al igual que una gran bestia gris, todavía rondaba por las calles de la ciudad cuando Kent, habiendo comido en un restaurante de la zona portuaria, se dirigió de nuevo al Astillero de Lowell. La noche, debido a la niebla, caía sobre la ciudad más temprano de lo habitual; estaría lo suficientemente oscuro cuando prosiguiera su investigación en el cliper. Le preocuapaba la noticia de que Perry White le enviara otro reportero para ayudarle en el misterio del Buque Fantasma. Sin embargo, reflexionó que a cualquiera que enviara, no llegaría hasta el día siguiente y esperaba tener totalmente aclarado el misterio esa misma noche.

No podía explicar con exactitud porqué presentía que esa noche encontraría la solución del misterio del Buque Fantasma. Probablemente los presentimientos se debían al hecho de que al fin había descubierto una prueba importante, algo definido que le permitiría un plan de acción. Lo primero que haría al llegar al astillero sería subir a bordo del viejo cliper, ocultarse en algún lugar de la cubierta y esperar a la persona o personas que estuvieran realizando operaciones tras la puerta cerrada que había encontrado aquella tarde. Quienquiera que subiera al guardacostas esa noche, sería el culpable que estaba buscando. Una vez capturado, Kent no tenía dudas de que podría intimidarle para que revelase la verdad sobre el Buque Fantasma.

La calle principal estaba vacía, ya que era la hora en que la gente de la ciudad se disponían a cenar, bajo la cálida luz de sus comedores, refugiados en el interior de sus casas de la fría y resbaladiza niebla. Las tiendas que bordeaban la calle, estaban cerradas y a oscuras. La única luz provenía de algún farol ocasional, que fluctuaba como una gigante vela amarilla a través de la oscuridad. Los pasos de Kent sobre el brillante pavimento producían un extraño eco.

Entonces, de repente, oyó el silbido asesino de una bala que en una fracción de segundo más tarde, le golpeó y se aplastó contra su sien.

Simuló que se tambaleaba y cayó de bruces sobre la acera, donde se quedó tumbado en espera de lo que ocurriría después. No tuvo que esperar mucho. Al otro lado de la calle se hallaba la tienda de artículos marinos de Barnaby. Pocos momentos después de que Kent cayera, un rayo de luz amarilla iluminó la oscuridad de la calle al abrirse la puerta de la tienda. Dos hombres salieron de ella y mirando furtivamente de reojo arriba y abajo de la calle, corrieron hasta donde yacía. Se inclinaron sobre él. Uno era Barnaby, el otro era el joven Tom Gorman.

"Tenemos que trabajar rápidos", siseó Barnaby. "¡Alguien puede haber oído el disparo!"

"No seas más loco de lo que ya has sido", respondió Gorman. "¿Usaste silenciador, no?"

"Si, pero..."

"No digas más", dijo Gorman. "¡Vamos, échame una mano!"

Levantaron a Kent y lo llevaron a la tienda dejándolo en el suelo. Entonces, después de cerrar la puerta, permanecieron de pie sobre él mientras hablaban.

"¡Bien. Lo has hecho, Barnaby!" dijo Gorman. "Te advertí que no lo hicieras. Sabes que tengo que dar parte a mi superior"

"¡Cuento con que lo hagas!", dijo Barnaby. Con los párpados entrecerrados, Kent vio como llenaba su ennegrecida pipa. Había una mirada de indiferencia en su cara, como si el asesinato fuera algo casual en él. No ocurría lo mismo con Tom Gorman, cuya joven cara estaba pálida y su frente arrugada por la preocupación.

"Según mi forma de pensar había que hacerlo", continuó Barnaby.

"¡No había que cometer un asesinato. Te advertí de ello!" dijo Gorman.

"Sabía demasiado", contestó Barnaby arrastrando las palabras, "en poco tiempo hubiera arruinado tus planes"

Los labios de Gorman se apretaron y Kent, mirándole a través de la ranura de sus párpados, vio que hacía un gran esfuerzo para controlar su enfado.

"Sea lo que sea lo que hayas pensado", dijo finalmente Gorman, "deberías dejármelo a mi. Por eso fui enviado aquí, para hacerme cargo de temas de este tipo". Su tono cambió. "Bueno, el daño ya está hecho. Tenemos que irnos. No puedo perder más tiempo".

"Me desharé del cuerpo", dijo Barnaby.

Gorman, que iba de camino hacia la puerta que daba a la parte de atrás de la tienda, se paró.

"No harás nada de eso. Escóndelo hasta que vuelva, nada más. Ya decidiré entonces lo que hay que hacer".

Barnaby no respondió, simplemente permaneció al lado de Gorman mientras llenaba lentamente, a su manera, la ennegrecida pipa. Gorman, aparentemente convencido de que su orden sería obedecida, continuó hasta el fondo de la tienda. Regresó un momento después llevando un impermeable.

"Esconde el cuerpo rápidamente", le dijo a Barnaby, "pero no hagas nada más hasta que regrese"

"¿Y los trenes con tropas?", preguntó Barnaby. "¿No quieres que yo ...?"

Gorman le cortó. "Después del lío que has armado aquí", dijo con irritación, "no puedo confiar en ti en una cosa tan importante como esa"

"¿Cuanto tardarás?", le preguntó Barnaby.

"No lo sé. Depende de lo que ocurra en el astillero"

Abrió la puerta y desapareció entre la niebla y la oscuridad de la noche.

Barnaby se puso a trabajar rápidamente y enseguida pensó Kent que no tenía intención de obedecer la orden de Gorman. Primero cerró la puerta con llave. Después, dirigiéndose hacia una pila de cuerdas, regresó hacia donde yacía Kent con una larga y gruesa cuerda con la que le ató por la cintura. Habiendo hecho los nudos con seguridad de que no se deshicieran, los apretó y se paró mirando fíjamente la cara de Kent.

Este se preguntó si le habría descubierto. ¿Habría visto Barnaby el brillo de sus ojos, quizás mientras miraba al tendero entre los párpados? Parecía que sí, porque Barnaby se dirigió hacia allí mirándole fijamente a la cara. Al acercarse, le cogió la cabeza y se la movió de lado a lado, examinando sus sienes y entonces Kent se dio cuenta de lo que realmente preocupaba a Barnaby.

¡El tendero había descubierto que en la cabeza de Kent no había ningún agujero de bala! Su cara se contrajo con perplejidad; Barnaby dobló una rodilla inclinándose hacia el cuerpo yaciente de Kent, mirando fijamente el lugar donde debería de haber un agujero de bala. Tuvo un pensamiento repentino, acercó su mano al corazón de Kent. Después se puso de pie y había una extraña expresión en sus ojos mientras miraba hacia abajo al hombre que se suponía que estaba muerto.

"¡Vivo!", murmulló. "¡Bueno, será...! ¡La bala tendría que haberle atravesado!"

Barnaby dudó durante un instante y después se decidió. Se acercó rápidamente a una de las muchas estanterías que había en la tienda y, mirándole, Kent le vio desenrollar y cortar un trozo largo de alambre. Volviendo a donde yacía Kent, empezó enseguida a atar al reportero de pies y manos.

Sabiendo que podía romper las ataduras con facilidad, Kent casi se echa a reír al ver al tendero trabajando. Sin embargo, se preguntó qué debería hacer. No tardó mucho en decidirse. Sería mucho más provechoso, decidió, no hacer nada en ese momento, para poder ver los movimientos de Barnaby en el futuro, mejor que capturarlo ahora. Seguro que Barnaby y Gorman tenían coartadas. Y en cuanto al intento de quitarle la vida, sería la palabra de un reportero desconocido y extranjero en el lugar, contra la de dos hombres, uno de los cuales era respetado en la ciudad.

Sus manos y tobillos estaban ahora completamente atados con alambre y Barnaby le arrastró por el suelo hacia la parte trasera de la tienda. Al alcanzar la pequeña habitación de atrás, donde Kent vio a Gorman por primera vez trabajando, Barnaby dejó a Kent y volvió a la tienda. Enseguida estuvo de regreso trayendo con cierta dificultad una áncora pequeña pero que evidentemente pesaba bastante y que enganchó a las ataduras de los tobillos de Kent.

Si había alguna duda en la mente de Kent acerca de la intención de Barnaby, se disipó cuando el tendero levantó un felpudo que cubría parte del suelo donde había una trampilla. El sonido del agua golpeando los pilares de madera, llegó a los oídos del reportero. Se rió para sí mismo, pues Barnaby, con mucho esfuerzo, le arrastraba a él y al áncora hacia el borde de la trampilla. De pronto, sintió como le empujaba, y mientras caía al agua, que se hallaba a unos tres metros bajo él, oyó a Barnaby que se reía triunfante. ¡Después el agua le cubrió y el áncora le arrastró hacia el fondo!

Kent solo necesitó una ligera tensión de sus músculos para que los alambres que sujetaban sus manos y tobillos se desenrrollaran. Después, con asombrosa velocidad, nadó por debajo del agua hasta que estuvo seguro de hallarse en la mitad del canal. Y solo entonces, salió a la superficie.

Mientras nadaba por la superficie, repasó su plan de acción para asegurarse de que sería el adecuado. No le encontró ninguna falla. Lo mejor era dejar que Barnaby y Gorman siguieran pensando que estaba muerto. Cuando pensó en Gorman, sintió un asomo de remordimiento. Le agradaba aquel joven y sintió que estuviera del lado del enemigo.

Estaba oscureciendo y ya era hora de aparecer por el viejo cliper. Moviendo los pies con precisión, se elevó de la superficie de las oscuras aguas y rodeado por la niebla, se dirigió hacia el astillero de Lowell volando a poca altura. La niebla era espesa pero no representaba ninguna dificultad para él y en un corto espacio de tiempo se halló de nuevo de pie en el borde del abandonado muelle.

A pesar de su rápido vuelo, sus ropas estaban muy húmedas, chorreando agua sobre el embarcadero y pegándose a su cuerpo como si estuvieran impregnadas con cola. Pero sabía que no era la humedad de sus ropas lo que le asaltó de nuevo con una sensación de frialdad pegajosa. Permaneció de pie sin moverse por un momento, tratando de sentir el talante del ambiente que remolineaba como la niebla alrededor de él. Cuando la noche cayó sobre el embarcadero y la pesada bruma entró furtivamente en el canal, algo maligno y diabólico se apoderó del muelle.

Se rió tétricamente; ¡fuera lo que fuese lo que iba a venir, estaba preparado para ello!

Llegó antes de lo esperado y su impacto fue tan grande que incluso él, especialmente esa noche que iba de sorpresa en sorpresa, se encontró a sí mismo casi sin saber qué hacer.

Había empezado a dirigirse hacia el viejo cliper en el que intentaba permanecer despierto y vigilante, cuando una afilada voz dijo: "¡Levante las manos! ¡Tengo un revólver y sé cómo usarlo!"

Era la voz de una mujer; Kent se giró rápidamente y vio a una chica dirigirse hacia él, saliendo del espeso manto de niebla. Llevaba puesto un impermeable amarillo que marcaba una bonita y apuesta figura. Su cara estaba oculta bajo el ala de un sombrero de fieltro.

"Me ha oído", dijo claramente. "Levante las manos"

Una bala de la pequeña pistola automática que sostenía en la mano, no habría hecho más efecto en Kent que el toque de una mosca. Divertido, decidió seguirle el juego y lentamente levantó los brazos sobre su cabeza.

"Ahora", dijo enérgicamente, "vamos a ir al fondo de algunas cosas... Primero, ¿quién es Vd. y qué está haciendo aquí?"

"Podría preguntarle lo mismo a Vd", respondió.

"Podría", replicó ella, "excepto que soy yo quien hace las preguntas y si sabe lo que le conviene, será Vd. quien las responda"

Se sonrió. Le gustaba esa chica, aunque distaba mucho de ser amigable y su seguridad le divertía.

"Bueno", dijo, "¿va a responder a mis preguntas o no?"

"Lo haré", dijo. "Mi nombre es Clark Kent"

Oyó una repentina inspiración de aire.

"Vd... ", tartamudeó la chica, "¡Clark Kent!"

Ahora le tocó a él el turno de sorprenderse ya que cuando la chica habló, levantó la cabeza de forma que pudo verle la cara. Ahora la reconocía. Era la chica que había visto en su primera visita a Perry White, la chica que White había llamado Lois.

"Entonces Vd. es el hombre al que he venido a reemplazar", dijo abrúptamente, y entonces, se dio cuenta que lo que había dicho era obviamente ofensivo, intentando corregirlo. "Osea... Quiero decir... El Sr. White..."

"Lo sé todo", dijo Kent ayudándola. "Me llegó el telegrama del Sr. White esta tarde. ¿Cómo ha llegado aquí tan rápidamente?"

"Volé hasta Belfast y alquilé un coche. Una vez que Perry White se decide a hacer algo, no pierde nunca el tiempo"

"Eso es obvio", murmuró Kent. "Por cierto ¿cuál es su nombre completo y ahora que está aquí, qué planes tiene?"

"Mi nombre es Lois Lane", dijo, "y lo primero que quiero que sepa es que no intento cruzarme en su camino. El Sr. White me dijo que le comunicara que había muy pocos errores en su historia; lo que necesitaba era poner al descubierto algunas cosas. Sin embargo, dijo que se sentiría mejor si el periódico ponía un reportero con experiencia en el asunto". Se paró buscando las palabras. "No quiero que me malinterprete, pero la verdad es que... bueno, me gusta trabajar sola. Siempre consigo más logros de esta manera. Así que sugiero... osea si no le importa, que trabajemos por separado y después nos juntemos para escribir la noticia antes de enviarla al periódico"

¿Qué si me importaba trabajar sólo? ¡Era estupendo! Se sentía mucho más aliviado de lo que le hubiera podido decir a Lois. Mientras hablaba con ella, había imaginado todo tipo de complicaciones que podría traerle el trabajar con una chica. Pero a pesar de ello, no le gustaba del todo la idea de que trabajara sola. Por ejemplo, era infinitamente más peligroso de lo que ella se imaginaba, el ir merodeando por ese muelle en particular, por la noche. Ya conocía el calibre de los hombres con los que estaba tratando y sabía que no tendrían más remordimiento en asesinar a Lois que en asesinar a cualquier otra persona.

Además, estaba lo del Buque Fantasma. Había que tener los nervios muy equilibrados para ver el Buque Fantasma con su tripulación de esqueletos mirando por la barandilla. Una breve mirada de esta escena podía ser suficiente para poner histérica a esta chica. También estaba el Capitán Joshua Murdock, un esqueleto vestido andrajosamente y con ropas del estilo de hace dos siglos, merodeando por el muelle en la noche y que sin duda alguna haría su aparición antes del alba.

No, decididamente, no le gustó la idea de que Lois Lane fuera investigando en el astillero por su propia cuenta. Por otro lado, tenía un trabajo que realizar, un trabajo que había llegado a ser mucho más que algo meramente personal. Ahora estaba unido con el esfuerzo que América estaba haciendo en la guerra y sabía que cuando acabara, cuando el caso estuviera finalmente resuelto, descubriría que el Buque Fantasma tenía mucho que ver con el hundimiento de los buques cisterna de la costa. Pero quería sentirse libre para usar sus asombrosos poderes y habilidades cuando la ocasión lo requiriera. No podía hacer de perro guardián de la reportera.

Lois Lane tenía que tener sus oportunidades.

"No me importa nada trabajar solo", dijo. "De hecho lo prefiero. Como dice Vd. podemos juntar nuestras noticias antes de enviarlas al periódico. Ahora bien, ¿a dónde vamos a partir de aquí?"

"No voy a ningún sitio", contestó ella. "En su historia decía que el Buque Fantasma aparecía al final de este embarcadero. He venido aquí esta noche para echar un vistazo por si aparece de nuevo, así que me quedaré aquí"

"De acuerdo", dijo. "Tengo un par de cosas que quiero examinar en el astillero, así que la dejo aquí. La vendré a recoger más tarde"

"¡Por cierto...!", le paró cuando Kent se giraba para irse.

"¿Sí?"

"¿Cómo llegó al final de este embarcadero en primer lugar? Llevo aquí más de una hora y estoy segura de que no me pasó por delante. Le oí únicamente cuando venía de regreso"

"Es algo divertido", dijo. "Me he estado preguntando lo mismo acerca de Vd. Creo que no nos vimos debido a la niebla"

"Eso pienso yo también", dijo Lois, "es lo único que parece posible"

"Bueno", replicó Kent, "no se me ocurre ninguna otra respuesta que pueda parecer posible". Miró hacia atrás sobre su hombro girándose al marcharse. "Hasta luego"

Sí, la vería luego, pero no tenía idea de las circunstancias que rodearían su próximo encuentro. Aunque no tenía ni la más vaga idea de lo que iba a ocurrir en las próximas horas, estaba seguro que tendría relación con ella.

Capítulo XIII

Novela de 1942


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