Las Aventuras de Superman

By George Lowther

Capitulo XIII

"El retorno del Buque Fantasma"

EL RETORNO DEL BUQUE FANTASMA

KENT ESTABA BIEN oculto de Lois, protegido por la niebla, en el momento en que alcanzó el viejo cliper. En un instante se encontró a bordo, avanzando hacia una gran pila de lonas que había visto en cubierta aquella tarde. Se agachó detrás de ellas, ya que desde este lugar podía ver la escalera de cámara que conducía a la puerta cerrada bajo la cubierta.

Medio escondido, escuchando el sonido regular de la sirena que advertía de la presencia de niebla en el canal, dejó su mente correr, repasando los sucesos del día. En lo que podía recordar, había sido el día más excitante de su vida. Si la vida de un reportero era siempre tan emocionante, se dijo a sí mismo, esperaba que Perry White le considerara capaz para darle un empleo fijo.

De repente, recordó lo que Barnaby había dicho acerca del tren militar y se quedó vagamente preocupado. Cuando el joven Gorman aconsejó a Barnaby que permaneciera en la tienda hasta su regreso, éste había protestado diciendo que tenía que hacer algo en relación a los trenes militares. Gorman le contestó que él se ocuparía de eso porque ya no podía confiar en Barnaby. Cada vez que Kent había visto pasar por la estación los trenes cargados de tropas, había sentido un inquietante nerviosismo. Obviamente, unos hombres eran trasladados de algún puerto y escoltados al extranjero. Pero ¿qué puerto y cuándo debía marcharse el convoy al extranjero? ¿Y qué...? Su mente no podía formular las innumerables preguntas que se sucedían dentro de su cerebro. Sólo sabía que en su interior había un profundo miedo que le roía, acerca de lo que les podría ocurrir a esos muchachos, algo que podría prevenir si pudiera.

De pronto, oyó un sonido ajeno al familiar de la sirena nocturna. Era repentino y penetrante y en un instante olvidó el pasado y se puso alerta erguido en pie y a la espera de lo que iba a ocurrir. Alguien estaba subiendo a bordo. Mirando, vio una oscura figura moviéndose entre la niebla. Vino desde el muelle, cruzó la pasarela que le conducía al barco y saltó dando un golpe seco sobre la cubierta.

Desde luego que no parecía nada humano. Sólo podía describirse como una masa oscura, negruzca que se deslizaba silenciosamente por la cubierta hacia la escalera de cámara, Kent sintió un ligero estremecimiento por su cuerpo. No era un estremecimiento de miedo sino un rechazo instintivo contra algo maligno y desconocido.

A medida que la oscura sombra se desvanecía por la escalera de cámara, Kent empezó a quitarse el disfraz que llevaba de tímido reportero. Esto, pensó, puede llegar a ser un trabajo para Superman, e intentó estar preparado para ello. Fue Superman, magnífico con el traje azul y la capa roja, quien cruzó la cubierta y se dirigió a la escalera de cámara. Se paró en la cabecera de la escalera y miró hacia abajo. La puerta estaba cerrada pero se veía una línea de luz que asomaba por debajo, indicando que había alguien adentro. Descendió por los escalones.

Se puso delante de la puerta y escuchó. Dentro de la habitación había alguien moviéndose. Oyó el chirrido de una silla arrastrada sobre el suelo, después el sonido de varios "clicks" misteriosos, como si algún tipo de interruptores se estuvieran encendiendo y apagando. Entonces escuchó el sonido que hizo que todo se aclarara, el zumbido de un emisor de radio de onda corta. ¡Alguien en esa habitación estaba enviando un mensaje codificado!.

Su primer pensamiento fue irrumpir en la habitación. Su mano estaba a punto de hacer girar el pomo de la puerta, cuando se dio cuenta de que el mensaje iba sin duda alguna dirigido a un submarino enemigo situado mar adentro. Se dio media vuelta con lentitud, subió las escaleras y alcanzó de nuevo la cubierta. En un instante se desvaneció en medio de la noche con la capa roja ondeando al aire, viajando a la velocidad de una bala.

Lo que siguió ocurrió en el espacio de unos breves minutos.

Su oído se concentró en la oscilante frecuencia del emisor de onda corta, siguiéndola directamente, como una flecha que atravesara el canal sobre el ondulado océano, mirando con su visión de rayos X fijamente sobre el banco de niebla, en busca del submarino enemigo. De repente, perdió la frecuencia. Se ladeó con la velocidad y precisión de un avión de caza, haciendo círculos en un intento de captar la onda de nuevo. Entonces, un zumbido eléctrico de alta frecuencia llegó a sus oídos y se dió cuenta de que el cliper había dejado de enviar el mensaje y que ahora estaba oyendo el mensaje de respuesta.

¡Ninguna otra situación le hubiera sido más favorable! La frecuencia del oscilador que enviaba la respuesta le guió directamente hacia el objetivo y pronto, una larga sombra como la de una ballena vista a lo lejos, le reveló el lugar donde se hallaba el submarino enemigo.

Suspendido en el aire sobre el agua, acumuló sus energías para la tarea que tenía que realizar. Alrededor de él crepitaban los sonidos del punto y raya del oscilador telegráfico al responder al mensaje. Enfrente de él se encontraba el submarino. Una sonrisa de desagrado cruzó por sus labios y envolviendo su capa escarlata a su alrededor, se lanzó hacia él.

Penetró en las oscuras aguas con gran nitidez y enseguida descubrió la larga forma grisácea de acero bajo la superficie. Entonces, con la velocidad y precisión de un torpedo bien dirigido, se lanzó hacia el objetivo, aumentando la rapidez a medida que avanzaba.

Rápidamente, pasó bajo el submarino, siguiéndolo a lo largo hasta que alcanzó la popa, metió sus hombros entre las dos élices que lo propulsaban y empezó a empujar moviendo la nave a través de las aguas a una asombrosa velocidad. En el interior, y desde la abierta torre de mando del submarino, se oían gritos angustiosos. Se rió con ganas para sí mismo, imaginando las asombrosas caras de los tripulantes.

La tripulación nunca supo qué era lo que les había golpeado, sin embargo, intentaron hacer algo al respecto. Enseguida se hizo evidente para ellos que estaban siendo arrastrados hacia la costa y en cautiverio. Aunque no tenían ni idea de qué tipo de fuerza les estaba arrastrando, intentaron contrarrestarla inmediatamente con las máquinas a plena potencia.

El esfuerzo estaba condenado al fracaso. En el momento en que las élices empezaron a moverse, con Superman clavado como una cuña entre ellas, sus hojas se rompían al golpear contra su cuerpo. El submarino y su tripulación estaban ahora completamente a su merced y en un instante llegó con su carga enfrente del Cuartel de los Guardacostas.

No tuvo necesidad de esperar para ver cuáles serían los resultados. Al localizar al submarino, empezaron a sonar las sirenas de alarma. Grandes focos iluminaron las aguas y a la gris y larga nave enemiga. Regresando de nuevo a la otra tarea que le esperaba en el viejo cliper, vio una nave llevando tripulación armada surcando las aguas hacia el desamparado submarino. No tenía ninguna duda acerca de que la tripulación del submarino sería capturada. Se rió en voz alta cuando pensó en que por muchas preguntas que les hicieran las autoridades, nunca podrían contestar a la pregunta de cómo habían llegado hasta el Cuartel de los Guardacostas. Apenas habían transcurrido cinco minutos cuando sus pies tocaban de nuevo la cubierta del viejo cliper. Llegó hasta la escalera de cámara y mirando hacia abajo vio con alivio que aún se veía la luz por debajo de la puerta. Su pájaro aún no había volado. De hecho, se dio cuenta de que la persona que había dentro de la habitación, todavía estaba intentando ponerse en contacto con el submarino, cuyo mensaje se había interrumpido pues podía oir el tono del oscilador y había un aviso urgente en su zumbido.

Giró el pomo de la puerta y la abrió, encontrándose con ¡el Viejo!

Estaba sentado delante de un complicado emisor-receptor de onda corta. Se giró repentinamente al oir que entraba Superman. Su mano aún reposaba sobre la tecla de envío. Murmurando un juramento, se puso de pie bruscamente, tirando la silla al suelo.

Le debió haber parecido como si una criatura de Marte hubiera irrumpido delante de él, pues sus ojos le miraban fijamente bajo sus pesadas y grises cejas, examinándolo de arriba a abajo con un total asombro. El Hombre de Acero se colocó delante de él por primera vez con los brazos en jarras y la capa extendida detrás de él y su cerebro no podía comprender lo que sus ojos contemplaban.

Su voz, cuando salió de su garganta, era ronca presa del miedo y la incredulidad.

"¿Quién es Vd?" dijo con turbación.

"Eso no importa mucho, amigo mío!, dijo Superman.

El Viejo cayó hacia atrás sobre el aparato de onda corta, buscando con sus manos donde apoyarse. Su frente estaba sudorosa y sus ojos brillaban de miedo. Pero al dirigirse Superman hacia él, apareció como por arte de magia una pistola automática en las manos del Viejo.

"Guarde la distancia" le advirtió. "¡De otro paso y disparo!"

Superman sonrió y después estalló en una carcajada. El Viejo podía estar sosteniendo una cerbatana que sería el mismo efecto que iba a conseguir con la automática.

Superman dio otro paso hacia adelante.

El Viejo, retrocediendo frente a la figura con capa escarlata que se le acercaba, apretó el gatillo.

El eco producido por el ruido de los disparos en la pequeña cabina se repetía contínuamente, ya que bala tras bala, todas rebotaban en el pecho de Superman. Cuando el Hombre de Acero alcanzó a su antagonista, el Viejo aún estaba apretando espasmódicamente el gatillo, aunque ahora sólo se oía el click del gatillo golpeando cartuchos vacíos. Arrancando la pistola de la mano del Viejo, Superman le forzó a entrar en un armario y lo encerró con llave.

Superman empezó a examinar la cabina minuciosamente. Una simple mirada al emisor-receptor de onda corta le bastó para ver que se trataba de un aparato potente, capaz de enviar señales a muchos cientos de millas. En los cajones de un escritorio cercano encontró mapas de la línea costera, mapas geodésicos de esa parte del país, fotografías y dibujos de barcos costeros. Había gráficos que mostraban el tonelaje de los barcos con los datos de embarque. Algunos de esos gráficos estaban marcados y Superman comprendió enseguida que esos barcos en particular, eran los que habían hundido.

Sus ojos se fijaron enseguida en uno con el nombre de Carinthia. Se indicaba su tonelaje y su velocidad. Sobre el nombre, escrito con tinta, habían las siguientes palabras: "Posible barco con tropas que viene de Maindenhead". Miró febrilmente el resto de la lista y encontró los nombres de seis barcos con características similares. Sosteniendo los gráficos fuertemente en su mano, permaneció de pie un momento sin moverse, viendo con la mente retrospectivamente, aquellos trenes militares que pasaban por la estación con dirección norte. También vio que aunque había hundido un submarino y llevado otro hasta el puerto, había otros muchos al acecho en las profundidades del océano, esperando para atacar.

De repente, un grito surgió de entre la oscuridad y la niebla, penetrando en la cabina. Era el grito de una mujer, tan agudo y aterrador, como únicamente puede gritar una mujer, y enseguida se percató de que Lois Lane estaba en peligro.

En una fracción de segundo estuvo sobre la cubierta. Apenas había pasado otra fracción antes de que alcanzara el muelle y corriera hacia ella.

De pronto se detuvo y comprendió lo que pasaba al echar un segundo vistazo a la horrible situación. Al final del muelle, subiendo y bajando misteriosamente con el ritmo del oleaje, se hallaba el Buque Fantasma con su espantosa tripulación alineada sobre la barandilla. Sobre el propio muelle, con sus mandíbulas abiertas y descarnadas con una fantasmagórica hilaridad, se hallaba el Capitan Joshua Murdock. Cogida entre sus brazos y moviéndose frenéticamente para liberarse, estaba Lois Lane.

Ver aquí el díbujo de este capítulo.

Capítulo XIV

Novela de 1942


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